martes, 17 de diciembre de 2013

Miguel Vargas, un genio del flamenco y paradeño de adopción

Fotografía: Paco Sánchez
Miguel Rubio Vargas, más conocido por todos los aficionados al flamenco como Miguel Vargas, nació en La Puebla de Cazalla, provincia de Sevilla, en 1942 y murió en Paradas (Sevilla) en 1996, lugar donde hizo su vida junto a su esposa, de origen paradeño. 

Se marchó desde muy joven a la localidad de Paradas para trabajar, pero su vocación era el cante flamenco, que aprendió de oído gracias a la radio.

En el año 1968, se alzó con el galardón del Concurso de Mairena del Alcor, el más importante de la comarca de la campiña en aquellos años, gracias a una magnífica interpretación por seguiriyas. A partir de ahí, se convirtió en uno de los artistas más aclamados por el público, siguiendo los pasos de sus paisanos, como por ejemplo, La Niña de la Puebla y José Meneses. Tras el éxito se marchó a Madrid, donde trabajó durante seis años en el tablao Zambra junto con grandes artistas como Pericón de Cádiz o Rosa Durán. Pablo Parrilla, ex presidente de la Peña Cultural Flamenca de Paradas ‘Miguel Vargas’ recuerda que durante esta época “se fundó la peña con su nombre y él estaba a caballo entre Paradas y Madrid”.

En aquella época, Miguel Vargas grabó su primer disco, ‘Un morisco en Paradas’, con la guitarra de Melchor de Marchena. Además, trabajó en los primeros intentos de un teatro andaluz que emplea el cante flamenco como elemento dramático.

Muchos premios ha recibido el cantaor a lo largo de su carrera, como son los galardones del concurso de Archidona y el Yunque de Oro de la Tertulia Flamenca de Ceuta. También ha ofrecido recitales en teatros tan importantes como los parisinos Olympia y La Villa, además de diversos centros universitarios, centros culturales y peñas flamencas.

"Miguel Vargas es uno de esos cantaores que afrontan lo jondo dándole a este arte máxima dignidad, con plena conciencia de que ofician una ceremonia única y transcendente. Miguel Vargas nunca trivializa el cante, ni aún los estilos considerados menores… Bien al contrario, entiendo que Miguel aborda cada nueva creación suya con un propósito enriquecedor, en la doble dirección de extraerle al cante sus más recónditos matices y darle a cambio la máxima capacidad expresiva y comunicativa de su hermosa voz. El cante de Miguel Vargas se convierte así en un acto de comunión, que para mí es la forma idónea de transacción en que debe producirse el flamenco. De otra forma no puede explicarse la belleza que impregna todo el cante de Miguel Vargas, ni la rara perfección de algunas de sus interpretaciones. Las siguiriyas, las soleares, los tientos, la toná y la liviana son verdaderamente ejemplares.”, expresó Ángel Álvarez Caballero de Miguel Vargas y su personalidad.


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